Tulabug – Un Hermoso Volcán Apagado a 20 minutos de Riobamba en Licto Ecuador

Ubicado aproximadamente a 20 minutos de RiobambaTulabug es un volcán apagado, considerado como Dios de los lictos (parcialidad de los Puruháes). Su atractiva forma geométrica sin duda alguna causa curiosidad de visitarlo y explorarlo, rodeado de naturaleza y aire puro se convierte en un lugar de inmenso placer para el turista local o internacional.

El Tulabug, al ser una construcción de la naturaleza, se ajusta a la categoría de huaca. Cristian Aguirre, descubridor de la pirámide en el cerro Puñay (Chunchi), explica que una huaca era un monte donde se hacían ofrendas, se guardaban vasijas y se hacían sacrificios. “Cada pueblo tenía su huaca”, indica Aguirre. En este caso, el Tulabug fue la huaca de los lictos.

Leyenda

El Tulabug fue castigado por querer ser el monte más grande.

En el libro “Caminantes sin camino”, recopilación de leyendas, César Arturo Herrera recoge una leyenda acerca del Tulabug, salvada del olvido por Euclides Paula.

Según la leyenda, después del diluvio universal, en la zona central de la llanura de Tapi existieron dos hermanos: Chimborazo y Tulabug.

Los dos se disputaban la custodia de la llanura, el primero por estar en la cabecera (norte) y el otro por estar en el centro.

Un día les invadió la vanidad y en demostración de capricho y orgullo, el Chimborazo creció 100 metros y el Tulabug 150; al otro día el Chimborazo creció 500 metros y Tulabug al atardecer apareció con 600 metros más.

En la absurda competencia pasaron los meses. Dios pidió a los montes que cesaran en sus intentos, pero solamente el Chimborazo aceptó. El Tulabug vio la oportunidad de tomar ventaja y se convirtió en el más alto y dominante. Dios se enojó y envió a uno de sus arcángeles para que castigue la desobediencia. El enviado pisó fuertemente la cima del Tulabug, el cual se desinfló. El crecimiento se pasmó para siempre, y como huella quedó un hoyo enorme, a manera de cráter de dos hectáreas de superficie.

Sólo entonces, el Tulabug aprendió las virtudes de paciencia y humildad, aún cuando miraba a su hermano, el Chimborazo, levantarse alto, hermoso y brillante sobre la llanura.

Al correr de los miles de años, el Tulabug recibió un consuelo. A diferencia del Chimborazo, donde nadie habitaba, sus faldas empezaron a poblarse de habitantes que lo miraban como una divinidad benevolente. Es así, que los humanos subían a la cima, entregaban ofrendas y entregaban vírgenes para halagarlo. Las jóvenes se bañaban en la cocha (laguna) del centro.

En un acto recíproco, el Tulabug dispuso que se organizaran juegos en su cima para unir a todas las comarcas. Pero, no quería levantar envidia en su hermano, así que cuando presumía que los estaba viendo, se nublaba y llovía.

Tomado de: DIVGVAS

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